Las tecnologías para la economía circular necesitan un marco regular claro


Dentro de las actividades de Open Room, la tercera sesión del Ciclo de Economía Circular organizado por Fundación Repsol y Funseam, se ha centrado en analizar soluciones tecnológicas e innovadoras para mejorar la eficiencia y productividad en el reciclaje. Las nuevas tecnologías ofrecen múltiples oportunidades para mejorar el ciclo de vida de los productos, promoviendo, una mayor eficiencia y un consumo más responsable.

Si la Economía Circular es una solución de futuro, la tecnología y la innovación juegan un papel clave en su desarrollo. Empresas y centros de investigación trabajan en distintos proyectos que contribuyen a la mejora del ciclo de vida de los productos, para una mayor eficiencia y un consumo más responsable. Algunos de ellos los hemos conocido la tercera sesión del Ciclo de Economía Circular, organizado por Funseam y Fundación Repsol.

Empresas y centros tecnológicos trabajan, desde hace años, en tecnología e innovación aplicada a la gestión de los residuos. En esta tercera sesión del Ciclo de Economía Circular hemos conocido algunos de estos proyectos, que acaban por dinamizar la sostenibilidad en todas sus vertientes. En sus palabras de bienvenida el director general de Funseam, Joan Batalla, ha destacado que “adoptar tecnologías innovadoras e inteligentes contribuye a incrementar la eficiencia y la productividad en la industria de la gestión y el reciclaje de residuos”.

Raquel Iglesias es la responsable de la unidad de biocarburantes avanzados y bioproductos del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, donde se investiga en productos a partir de residuos industriales, residuos urbanos y cultivos lignocelulósicos. En su intervención, Iglesias ha explicado algunos de los proyectos en los que trabajan, especialmente en el ámbito de las biorrefinerías, en los que se usa biomasa como energía renovable en sustitución a la fósil y se obtienen bioproductos que cierran el ciclo y abaratan los costes de producción. Según ella, en el sector del biogás todavía queda mucho por hacer y ha hablado de retos como “el upgrading biológico de biogás procedente de agroindustria, la transformación de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos a biocarburantes o bioplásticos y la biorrefinería del olivar y de la vid, entre otros.” En su intervención ha destacado que “las biorrefinerías son una oportunidad para la industria agroalimentaria y lo que hace falta son proyectos demostrativos que permitan ese escalado a nivel industrial”.

Carlos Díaz, gerente de Combustibles de Bajas Emisiones de Repsol, ha hablado de la transformación de la industria del refino tradicional a las refinerías descarbonizadas del futuro y ha centrado los retos de esta transformación en cuatro grandes áreas: “la eficiencia energética, los gases renovables, los combustibles líquidos bajos en carbono y la tecnología CCU de captura y utilización del CO2”. Hace ya 20 años que en Repsol trabajan en los biocombustibles y su objetivo es llegar a ofrecer combustibles realizados a partir de materias primas para todos los tipos de transportes. Díaz ha destacado algunos de los proyectos en los que trabaja la compañía: biocombustibles bajos en carbono, combustibles sintéticos a partir de hidrógeno renovable y CO2 capturado y biogás. Todos ellos suponen “una transformación de la actividad industrial del refino de forma inclusiva generando desarrollo industrial, el desarrollo del territorio y empleo de calidad”.

Silvia Greses es investigadora de la unidad de Procesos Biotecnológicos del instituto IMDEA Energía, un organismo del Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid para promover y realizar actividades de I+D relacionadas con la energía, con un énfasis especial en las cuestiones que conciernen a las energías renovables y a las tecnologías energéticas limpias. Greses ha participado en esta tercera sesión para hablar de las tecnologías en las que están trabajando para la valorización de residuos, como el uso del ácido láctico para la producción de bioplásticos. Según esta investigadora: “de un único residuo somos capaces de generar cinco productos distintos. No hay que quedarse en un producto sino maximizar la recuperación de los residuos para obtener más productos, gracias a nuevas tecnologías que nos permiten realizarlo a escala industrial.”

La sesión también ha contado con la intervención de Andrés Pascual, director de innovación de Ainia, que desarrolla tecnologías aplicadas a la mejora de la productividad de procesos industriales. Cuenta con más de 700 empresas asociadas, la mayoría en el ámbito de la industria agroalimentaria, y llevan más de 15 años trabajando en proyectos relacionados con digestión anaerobia, biogás y biometano. Su objetivo es crear nuevos modelos de biorrefinerías agroalimentarias: “Empezamos a investigar en la diversificación de los productos finales a partir de una misma biomasa de partida porque nos pareció que era el camino a seguir cuando hablamos de valorización de subproductos orgánicos.”

Barreras en el desarrollo de los modelos de economía circular

Durante el debate posterior, moderado por el director de la Revista Técnica de Medio Ambiente, Alberto Casillas, los ponentes han destacado la relevancia del marco regulatorio en el desarrollo de estos nuevos modelos de bioeconomía circular. Y es que en muchas ocasiones es un factor limitante para el aprovechamiento de los subproductos que dan respuesta a los retos de las industrias productoras y los gestores de residuos.

Raquel Iglesias lo ha explicado así: “A veces las leyes no nos permiten desarrollar las tecnologías que hemos creado y, además, existen reticencias por venir de donde viene, porque estamos utilizando residuos. Hace falta un cambio cultural”.

Según Silvia Greses “el marco legal es muy importante y tiene que dejar de ser limitante. Pero también hay que incrementar los fondos públicos y las empresas que quieran invertir en estas tecnologías.

Carlos Díaz, de Repsol, ha apuntado que “hay que ser capaces de coordinar la velocidad que reclama la sociedad con la poca agilidad que la Administración aplica a los cambios regulatorios. La claridad regulatoria es fundamental para dar seguridad a las inversiones”.

Andrés Pascual también lo ve así: “Las plantas de biogás son economía circular en estado puro y aportan beneficios a nivel de emisiones, de energía limpia, incluso de desarrollo rural. Eso afecta a distintos ámbitos de la administración y muchas veces falta la visión integrada de todos estos beneficios. No hablemos solo de megavatios, sino de gestión de residuos y de impacto ambiental.”

Próxima Sesión

Experiencias internacionales en la gestión de residuos”, jueves, 28 octubre, 12:00-13:30h